Enid (Parte Primera)


Suenan las campanas ocultas al amanecer, como cada día, Enid respira profundo sin abrir los ojos para resistir el impacto que le produce ver la tímida luz de la madrugada. Poco a poco, comienza a sacar de aquel abrigado yuyo en el que dormía, los brazos para luego, con un abrupto salto, salir disparada cual proyectil de la cama. De pie, frente al espejo se sacude las entumecidas alas que nacen en su espalda. Pero las siente pesadas, el cansancio ganó la batalla nocturna, en definitiva, el sueño no fue reparador. La rutina estaba acabando con las platinadas plumas de sus alas y con los rojos rizos que caían como cascada sobre sus hombros. Ya nada le interesaba demasiado, ya nada la satisfacía. Tal vez era el fin de sus días, tal vez el comienzo de mejores.

Decide dar unos menesterosos saltitos como para darse ánimo. Hurga entre la ruma de hermosas túnicas, hasta encontrar la deseada. Se examina, su rostro se ve cansado, demasiado cansado para su corta edad, algo decrépito y el brillo de los verdes ojos cada día se extinguía paulatinamente. La pesada carga que llevaba anclada a su corazón, estaba destruyéndola en cuerpo y alma. Pero los aspirantes a ángeles de la guarda no sufren, no lloran, no demuestran aflicción ni extenuación. Miró los flagelados miembros para darse aliento; cada día las cicatrices se suavizaban un poco, tan poco que ante los ojos ajenos, la mejoría era etérea.

No se quejaba, sabía que pagaba sus culpas. Pero sentía que el precio era demasiado alto. Las alas le dificultaban los movimientos cada vez que un pensamiento corrupto azotaba su mente y los grilletes se le hundían en el tobillo, perforando la piel, otorgándole el placentero dolor de antaño.

Sale corriendo por el eterno pasillo que interceptaba la salida de su habitación, agita las alas y salta por el balcón, pero estas se negaban a servir a su dueña. Se azotó contra el suelo, el montón de hojas secas aminoró el impacto del golpe. Como cada mañana, quedó inconsciente durante unos minutos, luego se erguía mareada y adolorida, pero el sufrimiento físico no lograba compararse con el pesar de la decepción. Mientras no consiguiera volar, no podría salir de aquella casona de inagotables pasillos e innumerables cuartos.

Entró a la casa, caminó por un cuarto de hora, pero como de costumbre no encontró a nadie. Mientras más grande era la casa, más vacía se encontraba. El paso de los años, causó estragos en la refinada madera y en la pintura del interior y exterior de la mansión.

Por más que lo intentaba, Enid no podía llevar el cálculo exacto del tiempo que allí llevaba, menos aún, podía estimar el tiempo que permanecería allí. Sin embargo, consideraba una ventaja no tener noción del tiempo, porque eso la angustiaba aún más. Lo único que la sujetaba a la realidad del tiempo, eran las campanas que sonaban cada mañana al amanecer, incesantemente hasta sacarla de la cama. Se dirigió a su habitación, para comenzar con aquella extenuante rutina. Abre un cofre lleno de artefactos de tortura, esta vez, escogió una fusta, se descubría el cuerpo y golpeaba incesantemente cada miembro, a excepción de los curtidos brazos. Sangre brotaba de su boca, de los impactados pechos y de las torturadas piernas.

Tras la penitencia, se dirigía al río cargada de unos pesados baldes en busca del agua con que limpiaría la sangre y purificaría las heridas. La ardua tarea, le tomaba alrededor de tres cuartos de hora. Luego, llenaba la bañera con la glacial agua y se sumergía en ella, conteniendo la respiración hasta la asfixia.

La lluvia torrencial de recuerdos inundaba su mente martirizándola. Ahí estaba ella, acurrucada en el rincón más oscuro de su habitación, ahogando el llanto que amenazaba con reventarle el corazón. Sus padres discutían en el pequeño comedor, sus hermanos chillaban desesperados y ella, sólo atinaba a taparse los oídos y mecerse como cuando era una niña pequeña, pero nada la serenaba, daba unos pasos desesperados al velador, lo volcaba y buscaba impacientemente aquella cajita que contenía una navaja. Apagaba las luces, cerraba las cortinas y comenzaba con la flagelación. El dulce olor de la sangre, el placentero dolor que le causaba el choque del cuchillo en sus brazos, la hipnotizaban llevándola a un éxtasis. Aquel dolor físico, apaleaba el del alma.

Gritos más fuertes, cortes más profundos. Todo en su mente se desvanecía y sólo el dolor la aferraba a la realidad. Luego guardaba la preciada navaja, para flagelarse con el punzante dolor que le producía ver a su madre y a sus hermanos azotados por los puños patriarcales. Odiaba a ese hombre colosal de poderosas y letales manos, que la hacía temblar con su estrepitosa voz. Aquel hombre, maltratador de naturaleza, llevaba la tarea de arruinar y ensombrecer la vida de su primogénita Enid, matando lentamente a la familia que ambos compartían y cada noche, se escabullía entre la oscuridad, para poseer el cuerpo de aquella frágil y desprotegida adolescente, ahogando sus desesperados gritos con almohadas, mascullando maldiciones.

De cómo nació el Monstruo


El hijo de una familia que permaneció en Bohemia tras la Segunda Guerra Mundial.
Se graduó en la Academia Militar, preparado para apoyar el futuro del Gobierno.
¿Su nombre? Su nombre... Su nombre no tiene importancia.
La mujer... Hija única de una profesora de Moravia.
Una mujer preciosa de pelo rubio y ojos azules.
Estudió en la Universidad de Brno y se graduó en Ingeniería Genética. Una estudiante con talento, con un futuro prometedor.
¿Su nombre? Su nombre... Su nombre no tiene importancia.
Se conocieron en un café en Praga. No tardaron en enamorarse.
Al final la mujer quedó embarazada.
Y entonces, el hombre le confesó, que aquello era una misión...
Raza, inteligencia, estructura muscular, habilidades motoras.
Un experimento conducido para procrear niños de docenas de parejas previamente elegidas. No eran más que una pareja del experimento.
Le dijo que había cumplido su misión, pero que no pensaba seguir recibiendo órdenes. Y entonces, le dijo... ¡Huyamos!
Ambos huyeron...
El hombre declaró que no quería seguir el plan, pero incluso eso ya estaba planeado...
La mujer fue encerrada en una habitación desconocida...
"Déjenme verle"
"Ya le han asignado una nueva misión"
"Déjenme verle"
"Ya le han asignado una nueva misión"
"Déjenme verle"
"Ya le han asignado una nueva misión"
La mujer dijo...
"Déjenme verle" "Déjenme verle" "Déjenme verle"
Ella sabía, que era poco probable que siguiera vivo.
Los niños de su vientre crecían y crecían, eran mellizos.
"Mire hacia aquí"
Comenzaba a darse cuenta de que el hombre que la visitaba a menudo, aquel hombre que dibujaba bocetos de ella, era el líder del experimento.
"No te perdonaré" "Jamás te perdonaré" "Aunque muera, los niños que crecen en mi interior, me vengarán"
"Eso es muy interesante"
Llegó al último mes de embarazo y el día se acercaba...
Y cuando la dejaron en una habitación a la espera de las contracciones... Llevó a cabo su plan.
Apenas tenía un metro. Se escapó por la rejilla de la ventilación, preñada y dolorida por las contracciones.
La encontraron desmayada en la carretera, a menos de cien metros de la verja. Había roto aguas...
"¡Qué preciosos!" "¡Qué niños tan bonitos!" "Así que estos niños cargarán con el futuro de la humanidad" "Son maravillosos"
"Ya he decidido los nombres de mis hijos"
"No debes pensar en cosas innecesarias"
"¡Ya los he decidido!" " Los nombres de mis bebés"
"No tienes que pensar en eso"
"¡Sus nombres!" "¡Los nombres de mis bebés!" "¡Sus nombres!"
"Tranquila, no necesitan nombres"...

El Monstruo sin Nombre












Érase una vez, en un país muy lejano, un monstruo sin nombre.
El monstruo deseaba un nombre con todas sus fuerzas.
Así que el monstruo decidió salir de viaje en busca de un nombre.
Pero el mundo es grande, así que se dividió en dos para seguir el camino.
Uno de ellos, fue al Este
y el otro al Oeste.
El monstruo que fue al Este, encontró una aldea. Allí encontró un herrero a la entrada.
"Oh,señor herrero, por favor, dame tu nombre"
"No pienso darte mi nombre"
"Si me das tu nombre, a cambio, me introduciré en ti y te haré más fuerte"
"¿En serio?" "Si me vas a volver más fuerte, te daré mi nombre"
El monstruo entró en el herrero.
Y así el monstruo se convirtió en el herrero, Otto.
Otto era el hombre más fuerte de la aldea. Sin embargo un día...
"¡Miradme!" "¡Miradme!" "¡Mirad que grande se ha hecho el monstruo en mi interior!"
Grush, grush.
Ñam, ñam.
Grumpf,grumpf.
Glup.
El monstruo, que tenía mucha hambre, se comió a Otto desde dentro.
Y el monstruo, volvió a ser un monstruo sin nombre.
Aunque también se introdujo en el zapatero, Hans...
Grush, grush.
Ñam, ñam.
Grumpf,grumpf.
Glup.
Volvió a ser un monstruo sin nombre.
Aunque también se introdujo en el cazador, Tomas...
Grush, grush.
Ñam, ñam.
Grumpf,grumpf.
Glup.
Una vez más, volvió a ser un monstruo sin nombre.
El monstruo entró en un castillo para encontrar un buen nombre.
En el castillo había un niño enfermo.
"Si me das tu nombre, te haré más fuerte"
"Si logras que me recupere y me haga más fuerte, te daré mi nombre"
El monstruo se introdujo en el niño.
El niño se recuperó totalmente.
El rey estaba muy contento.
"¡El príncipe se ha curado!"
"¡El príncipe se ha curado!"
Al monstruo le gustó el nombre del niño y también la vida en e castillo.
Por lo tanto, aunque se moría de hambre, se contenía.
Aunque cada día tenía más hambre, se contenía.
Pero llegó a tener tanta hambre...
"¡Miradme!" "¡Miradme!" "¡Mirad que grande se ha hecho el monstruo en mi interior!"
El niño se comió a sus sirvientes y a su padre, a todos.
Grush, grush.
Ñam, ñam.
Grumpf,grumpf.
Glup.
Ya que no quedaba nadie, el niño se fue de viaje.
Caminó y caminó durante varios días.
Un día, el niño...
Se encontró con el monstruo que había ido al Oeste.
"Ya tengo nombre, es un nombre muy bonito"
El monstruo que fue al Oeste dijo:
"No necesitas un nombre. Puedes ser feliz sin uno. Somos monstruos sin nombre, al fin y al cabo"
El niño se comió al monstruo que había ido al Oeste.
Aunque por fin había conseguido un nombre, no quedaba nadie que lo pudiera llamar por su nombre...
Aún siendo Johan un nombre tan bonito.

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¿Alguna vez te haz despertado sin saber si una parte de tu vida fue nada más que un sueño o si fue realidad y ahora vives una pesadilla? ¿O qué viviste una pesadilla de la que despiertas en el sueño deseado? Así se siente mi vida ahora, en la confusión, estoy inmersa en un abismo, en donde no puedo distinguir la realidad de la fantasía, la realidad de la pesadilla; no creo que puedas imaginar cómo se siente, a no ser que lo hayas vivido.
Demasiadas cosas malas, demasiadas cosas buenas; cosas buenas que son tan cortas, que te hacen desear más, mucho más; tenerlas, hasta que tu cuerpo no sea capaz de soportar tanta felicidad y, entonces, estalles y dejas ese cuerpo inerte, para elevarte a otra dimensión.
¿Drogas? ¿Qué es lo primero que se viene a tu mente cuando escuchas esa palabra, convertida en ciertos lugares de la sociedad en un tabú? Probablemente algo malo, muy malo; si nunca antes las has probado en momentos en los que tu vida parecía ser nada más que basura. ¿Drogas? ¿Marihuana? Esa planta sagrada e ilegal, por un corto lapso de todo lo que ha sido tu vida, de todo lo que es, de todo lo que será; tiene la capacidad de desconectarte de la cruel realidad, para vivir en aquel paraíso prometido, en aquel paraíso anhelado y es capaz de transformar el tiempo, de detenerlo, de atrasarlo, de adelantarlo; sin importar de la forma que sea, representa una vía de escape, un pasaje en el corto viaje a la otra dimensión, en donde no necesitas de un autobús, auto , metro, tren o avión para viajar; solo necesitas tu cuerpo, porque ella te brinda las alas.
¿Por qué las cosas hermosas, los momentos de felicidad, la gente que amas; se marcha tan pronto? ¿Por qué lo bueno no es eterno? Creo tener la respuesta: Todas las personas tenemos diferentes necesidades, diferentes utopías, diferentes conceptos de la felicidad; es por eso que el mundo en sí no es egoísta, no es cruel, no es malo; el problema eres tú, porque no puedes tener los mismos ideales que las personas que amas, ellos te satisfacerán por un tiempo y tú los recompensarás dándoles lo mejor de ti, pero cuando lo que realmente necesitan esas personas para tener su felicidad, se les presenta, entonces llega la hora de la despedida y saldrán de tu vida y todo será un recuerdo, entonces volverás a cuestionarte si fue una pesadilla o si es la realidad y no existirá el villano de la película, porque el personaje quedará anulado, ya que alguna vez tú lo protagonizaste en la vida de otra persona, pero al mismo tiempo alguna persona lo interpretó en tu propia vida.
Eso es mi vida, eso será tu vida, eso es la vida ¿irónico, no?
¿Esperar algo más? Eso es para los soñadores, para los irrealistas, para los idealistas; no se trata de ser pesimista, de ninguna manera, si no de ser objetivo, frío, calculador, es decir, realista. Las personas mueren, su cuerpo muerto se descompondrá y será devorado por los gusanos y las bacterias, luego, harán su trabajo llevándolo a la descomposición. Cuando un ser querido muere, jamás volvemos a pensar así, pero eso está mal, porque evadimos la realidad; sin embargo, podemos colorearla con ondas de luz de nuestro gusto, para ver todo de un modo más hermoso, como por ejemplo pensar en la vida más allá de la muerte, en la reencarnación o en el descanso eterno; da igual la forma que elijamos para hacer más soportable algo doloroso, porque no es nuestra realidad, porque no podemos comprobar su existencia.
Hay personas que dicen ser felices, que dicen elegir el camino de la felicidad ¿qué tan veraz puede ser dicha afirmación? Jamás lo sabremos, porque ninguno de nosotros en realidad toma ese camino, debido a que no existe ¿sabes por qué? Responderé con otra pregunta: ¿recuerdas el equilibrio del ying yang? Es por eso, sólo un mentiroso podría decir que en su vida todo es bueno y perfecto y que jamás alguna nube tapó su espléndido y resplandeciente sol y sólo un depresivo, podría decir que su vida es más triste que un oscuro invierno.
La gente no es perfecta, todos tenemos cientos de defectos, pero no deberíamos pretender alcanzar la perfección, porque no existe, todo lo subjetivo no existe, podría llegar a ser perfecta para mí y con algo de suerte, para un círculo reducido de personas, pero para el mundo jamás seré perfecta. La perfección es una utopía, las personas no deberían malgastar su tiempo en busca de ella, en cambio, debería ocupar su tiempo en practicar la tolerancia, para consigo mismos y para con la sociedad, de esa forma, todos viviríamos más felices, porque nos aceptaríamos a nosotros mismos y aceptaríamos a los demás, después de todo, la perfección reside en cada uno de nosotros, por ejemplo, yo soy perfecta siendo yo y tú, siendo tú.
La vida es hermosa, la vida es horrenda, la vida es loca y todos somos, de alguna forma u otra, iguales a nuestras vidas, porque ella es un reflejo de nosotros y nosotros, de ella. Es simple como la ley del karma, haz bien que recibirás bien; o es simple como la parábola de la Biblia, en donde se nos explica que cada quien siembra lo que cosecha. Si somos buenos nuestra vida será buena, si en algún momento actuamos mal, algo de malo habrá en nuestra vida y si crees que nunca haz hecho nada malo en tu vida, ve con cada una de las personas que conoces, que conociste y con los conocidos de esas personas y ve si les haz hecho mal, entonces hallarás la respuesta para aquel “pero” que tiene tu maravillosa vida y si aún así, puedes afirmar que nunca haz hecho mal, entonces deberías comenzar a creer en la reencarnación y en el karma de las vidas pasadas, sólo entonces actuarás como un masoquista y disfrutarás del sufrimiento que ahora recibes, porque la vida te está dando una lección, para que aprendas lo que puedes ocasionar en la vida de otras personas, porque así podrías evitar volver hacerlo y, a lo largo del tiempo, ahorrarte tu propio sufrimiento.
¿Si el universo es infinito, dónde queda Dios? ¿Cómo alguien podría hacer algo más grande que él mismo y pretender ser todopoderoso y omnipotente, si jamás podrá ver qué es lo que sucede en algunos de los rincones de la infinitud? ¿Curioso, no? No, no pretendo cuestionar la existencia de Dios, tampoco pretendo afirmarla, porque es una decisión personal, es algo que va mucho más allá de mi idea de cuestionar sólo aquello, que sé, que de alguna forma u otra podré, finalmente, responderme, porque creo que me pasa lo que a muchas personas les sucede, no creer en algo que pudiera existir y que, entonces, significaría nuestra única salvación y si no creyera en ello ¿a qué podría aferrarme? a qué tú podrías aferrarte? Un ateo, quizás, me respondería que a la vida, a las cosas que le gusta de ella, pero ¿no es acaso Dios quién te brida la vida? Si no es él, al mismo tiempo, estaríamos perdiendo nuestras vidas al creer en algo que no existe y privar tu vida, de todo lo que Dios, a través de los mandamientos, nos dice que nos privemos, entonces será Dios un ser ficticio, que algún hombre sabio inventó para que con el tiempo, otro, pudiera encontrar la forma de equilibrar nuestra sociedad, para evitar que acabemos destruyéndonos entre nosotros o a nosotros mismos.
A fin de cuentas ¡qué extraño es este mundo! El ser humano se cree superior a todos los otros animales, afirmamos que los animales no piensan, ni experimentan emociones y que por eso nosotros estamos arriba de la cadena alimenticia, pero ¿acaso quién lo afirmó alguna vez fue un perro, un gato, una mosca, un ornitorrinco o cualquier otro ente de nuestro planeta como para realizar dicha afirmación? Lo dudo ¿y tú? La ciencia no conoce las verdaderas respuestas, ni la física, ni la química son lo suficiente, para realizar afirmaciones poseedoras de la verdad, porque nos equivocamos. ¿Qué pasa si en verdad los átomos piensan y creen ser superiores a los neutrones, protones, electrones, fotones y demás, acaso el átomo no es parte de una célula y la célula parte de nosotros y nosotros del universo? Cada quien es rey de su propio reino y es superior a sus súbditos, pero los súbditos, a su vez, tienen su propio reino y así será sucesivamente, hasta llegar a la unidad mínima de todo.